Antonio es camionero. Le hacen el test de covid 19 porque tiene que hacer un viaje, y es lo que piden para dejarlo entrar a destino. Le hacen el hisopado de costumbre. De tantas veces que le han violado la nariz, ya no siente nada. Unas horas más tarde, en su habitación de aislamiento, le cae el médico, a quien jamás le ha visto la cara resguardada detrás del barbijo y la máscara, pero le conoce la voz de memoria. Llega hasta la puerta con un policía, que lleva un cuaderno y una birome. Esta vez es distinto. Se da cuenta enseguida. Te dio positivo Antonio, dice sin más el médico. Pero, no te preocupes vas a estar bien. No tenés fiebre así que no tenés por qué preocuparte. Pero no vas a poder viajar, y te vas a tener que quedar hasta que te dé negativo, le advierte. Antonio entiende, y acepta, qué más puede hacer. Eso sí, le dice el médico, necesitamos saber tus contactos cercanos de estos últimos días. Mira al policía que se mantiene a una distancia segura y se apresta a tomar nota. An