El gran igualador


Se murió Maradona. Una persona a la que se le atribuyen un sinnúmero de atributos y defectos, que van desde la categoría de Monstruo al de Dios sin hacer paradas intermedias. A mí, me interesa la capacidad igualadora que tuvo su trayectoria profesional. Diego, fue un gran igualador. Logró poner en igualdad de condiciones al pibe de la villa con los de las clases más altas. Porque la desigualdad social también se sentía, y se siente en la cancha. Porque, la gran mayoría de los pibes de la Argentina se pelan las rodillas en las canchas de tierra pelada y arcos de escombros, y jamás conocen el verde césped. Maradona fue quien mejor logró igualar por un rato la balanza, y su vida es testimonio de ello.

Por mérito propio, dirán algunos. Sus habilidades futbolísticas no sólo eran innegables, fueron excepcionales, extraordinarias. O acaso todos los chicos de las villas no son virtuosos jugadores de futbol, y los chicos de cada barrio, de cada pueblo de este país. Sin embargo, no alcanza con tener méritos si no hay recursos. Sin recursos se debe ser extraordinario, como Maradona. Y aún así el costo puede que sea demasiado alto. Maradona lo supo bien. Cargó con todos los prejuicios de la época que le tocó vivir, y le puso el cuerpo, y el alma para mantenerse como contrapeso de la balanza, aunque en ello se le fuera la vida. 

De chicos, todos soñábamos con ser Maradona. Nos imaginábamos pisando el verde césped de la bombonera, mientras corríamos en patas a sacar la pelota que se nos iba a la zanja. Queríamos tener el 10 en la espalda no sólo por el fútbol, sino porque sabíamos que eso significaba estar mejor, vivir mejor. Maradona, porque siempre fue consciente de su propia excepcionalidad, hizo lo que quiso, dijo lo que quiso, y peleó una batalla interminable contra la hipocresía. 

No estoy de acuerdo con la idea de "la mano de Dios", una figura demasiado literaria que desvaloriza la argucia. Argentina, o mejor dicho Diego, le ganó a Inglaterra haciendo trampa. No había otra manera. Esa es la verdad. Es que a veces las desigualdades impuestas por los amos de la historia son tantas que sólo la trampa, la astucia, el engaño, hacen posible que los impensados, los nadies de Galeano, levanten la cabeza y ocupen, aunque sea por un rato, un lugar en el podio de la memoria.  

¿Por qué la gente ama tanto a Maradona? es una pregunta que suele hacerse cierto sector de la sociedad. Para ese sector la respuesta resulta casi mística, demasiado lejana e incomprensible. Para el resto de nosotros, la respuesta es muy simple. La gente (nosotros) se identifica con Maradona. Maradona es uno de nosotros. Nunca dejó de serlo. Por eso, la gente, esa masa amorfa de innombrables, lo ama tanto.

La idolatría, el fanatismo desmesurado, parecen la mejor evidencia de una desigualdad social en aumento. No conozco sociedades ricas fanatizadas, al menos no por el fútbol, y nunca al nivel que se da en Argentina. Son los sectores más populares, aquellos en los que la desigualdad se siente en las tripas, las que construyen ídolos, escriben leyendas, alaban dioses; para recordar que es posible otra cosa, para animarse unos a otros, esquivar el bulto del hambre, gambetear los guadañazos de la injusticia, meter la mano, el hombro, morder, empujar, patear, y clavarla en el ángulo; al menos uno, una vez en la vida.

Comentarios

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    2. Gracias por leer y comentar. Un abrazo.

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  3. Mejor descripto, imposible. Abrazo de gol

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  4. No hay nada nuevo de lo que se halla escrito o dicho del diez es como navegar en circulos en un océano y terminar siempre en el punto de partida. Lo que fue o lo que haya sido quedara siempre en el recuerdo de los que sabemos que es navegar contra la corriente. Pero el punto no es otra cosa sino la hazaña la conquista el empuje el atrevimiento y el posterior grito de victoria. Como navegante que lanza su grito de tierra despúes de haber luchado mucho para encontrar un sentido a su lucha por sobrevivir.

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