Mates fríos

Todas las madrugadas el fantasma de su mujer lo visita. Se sienta al borde de la cama y con una sumisa sonrisa le ceba mates gélidos, que hielan la carne y los huesos derruidos del anciano hasta el amanecer. Al Viejo Vizcacha no le queda más que aceptar con resignación su castigo.

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