Chocolate


Leyendo a Galeano me encuentro con la siguiente historia: "El cacao no necesita sol, porque lo lleva adentro. Del sol de adentro nacen el placer y la euforia que el chocolate da. Los dioses tenían el monopolio del espeso elixir, allá en sus alturas, y los humanos estábamos condenados a ignorarlo. Quetzalcoatl lo robó  para los toltecas. Mientras los demás dioses dormían, él se llevó unas semillas de cacao y las escondió en su barba y por un largo hilo de araña bajó a la tierra y las regaló a la ciudad de Tula. La ofrenda de Quetzalcóatl fue usurpada por los príncipes, los sacerdotes y los jefes guerreros. Sólo sus paladares fueron dignos de recibirla. Los dioses del cielo habían prohibido el chocolate a los mortales, y los dueños de la tierra lo prohibieron a la gente vulgar y silvestre"(*).
Por suerte, hoy el chocolate no está prohibido; sólo está, para una inmensa mayoría, incomprable.

(*)del libro "Espejos, una historia casi universal" de Eduardo Galeano, siglo XXI, Buenos Aires, 2013.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El casi Lobizón

El gran igualador

La venganza del hisopado