Pequeño acto de terrorismo urbano 2

©Sandro Centurión
Todas las mañanas doña Treme camina las veredas del barrio. Es temprano, no pasa de la siete treinta. Hay tiempo de sobra para iniciar cualquier cosa. Doña Treme lo sabe y por eso entra al minisuper de Poli y da el buenos días al dueño, que se pasa el día atrincherado detrás de la caja registradora, y a quien la anciana conoce desde que correteaba por la vieja despensa de don Cosme su abuelo.
_ ¿Qué se le ofrece doña Treme?
_ ¿A cuánto la pulpa?
_ 160 para usted.
_ ¿160? Está barato. En lo de Julio está a 180.
_ Vio doña Treme. Por eso tiene que comprarme a mi nomás. ¿Le hago cortar un kilo?
_ No. El doctor me prohibió la carne. Voy a llevar tomates, tres tomates nada más.
Al rato doña Treme sale con su bolsa de tomates y el dueño del minisuper se queda con la espina de la información que le ha dado la anciana.
Estamos dando muy barato la pulpa le dice al carnicero. Minutos más tarde, el precio de la pulpa en el pizarrón aparece corregido a 180.
Por su parte, Doña Treme sigue su recorrido matinal por los negocios del barrio. Ahora, se dirige al almacén de Julio. Va a comprar dos zanahorias, y como quien no quiere la cosa le va a pasar el dato de que en el minisuper de Poli, la pulpa, está a doscientos.

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