La microficción más corta del mundo


La microficción más corta del mundo se escribió en 2145, su autor fue el mudo Mascardi. Se trata de una media hache, una hache tan muda como él, la parte del palito vertical de la letra para ser más precisos. Se dice que fue lo único que escribió en su período de fugitivo después de robar una joyería del centro. Mascardi era chorro, y escritor, o intentaba ser ambas cosas, con más posibilidades de éxito en el afano. Siempre fue medio lento para escribir, aunque no tanto como lo era para hablar, ya que era mudo. 
Así fue que una madrugada, atosigado por el insomnio se le ocurrió una manera de optimizar el uso de la ganzúa en las puertas de chapa, y una idea, es probable que haya sido una idea brillante, para un cuento. Preparó mate, mientras amasaba las ideas en su cabeza. Buscó su cuaderno de tapa roja y cuando se disponía a escribir la hache muda de una palabra, la primera del cuento, a mitad de camino, la policía rompió la puerta de su guarida, y ahí nomás le pegaron un tiro en la cabeza. Su sangre manchó la hoja blanca del cuaderno rojo, pero extrañamente no ocultó el último testimonio gráfico del mudo en vida, un pedacito de su inexpugnable silencio. Nadie sabe lo que el mudo quería escribir pero todos los peritos coincidieron en que se trataba de una media hache. Cuando me preguntaron, pues todos saben que soy un conocedor de la obra literaria de Mascardi, y de alguno que otro afano, les expliqué que desde mi entender de crítico literario se trataba de una microficción, pues esa media hache muda, rodeada de sangre decía mucho más de lo que pudo haber dicho el mudo en toda su vida. Es un símbolo literario que alude a la capacidad elíptica de la muerte, y la incompatibilidad de los oficios modernos con el arte, entre otras posibles interpretaciones.

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