Ramoncito, el frágil
© Sandro Centurión
Fue un accidente tonto, Ramoncito intentaba treparse a una
silla para alcanzar la llave de la luz. Le gustaba de una manera especial
encender y apagar las luces de la casa. Había logrado aquella hazaña en
anteriores ocasiones pero esta vez apoyó mal una de las rodillas y cayó al
piso. Se hizo trizas el pobre Ramoncito. Sus pedacitos llegaron hasta la puerta
del baño y toda esa tarde tuvimos que andar con la vista en el piso y en ojotas
por si pisábamos algún fragmento perdido de Ramoncito. Desde que nació sabíamos
que sería frágil. Igual, mamá lo recuperó. Con la paciencia que sólo una madre
puede tener lo armó como a un rompecabezas, además ella era la única que podía
saber dónde iba cada parte. Pegó todos y cada uno de sus pedacitos con la
boligoma de Florencia, y casi la deja sin pegamento para la clase de plástica
de pegar tantos pedazos y pedacitos del pobre de Ramocito. Ahora ya está bien,
corre y salta como antes, y mamá nos reta a todos si lo dejamos de vigilar
aunque sea por un instante. Ramoncito es el más chico, el mimado de la casa.
Todos lo queremos y lo cuidamos mucho para que sea grande y fuerte como su papá, que de seguro ha de ser un hombre muy fuerte, como dice mamá, y que no se rompa
de balde como nosotros, que andamos dando lástima dejando nuestros pedacitos
por todas partes.
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