LA EMPANADA

©Sandro centurión

Acaso porque naciste en este rincón del mundo y no en otro, hoy no te despertaste convertido en un monstruoso insecto sino en una inocente y tierna empanada. Lo habrás notado enseguida, es fácil darse cuenta cuando uno es una empanada. Siempre fuiste una masa, de esas que se estiran y se estiran, para un lado y para el otro. Pero ahora, además, sentís tu carne picada por los filosos cuchillos de la injusticia, tenés la cabeza llena de verduras que compraste de la tele, y los huevos, partidos, hechos crubicas por el fastidio y la impotencia, y por si fuera poco, tu sangre se contamina con la sal de la derrota. En cualquier momento vas a estar en el horno; y puede que este destino sea mejor que el de otros que terminaron fritos con grasa barata y aceite mezcla. Eso sí, hay que decirlo, ahora que sos una empanada, tenés un bonito repulgue, muy cool y moderno, enroscado en la columna, .
"Empanadas calientes que queman los dientes, cómprelas patrona que están en oferta".

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